I. Se trata de un cuento de un creciente interés, cuya animada acción, por fuerza ha de ejercer una vigorosa atracción en el niño. El plan está magistralmente trazado y el desarrollo, dentro de la libertad de imaginación que da la fábula, es de un ajuste orgánico de gran eficacia artística.
II. Los elementos de interés humano son numerosísimos y representan una depuración de hondas experiencias expresadas mediante una feliz realización novelesca.
III. Los caracteres, fácil y claramente asimilados a serios valores humanos, son el fruto de una honda interpretación del mundo animado, y crean de inmediato un estado de espíritu afectivo, y, por fuerza, esa abundante y hermosa sensación de vida tendrá que influir en la curiosidad y en la tendencia amorosa del niño, trabajando su sensibilidad y su aptitud emotiva.
IV. El cuadro animado, concreto y lúcido de la narración tiende con encomiable nobleza a enriquecer y a depurar el espíritu del niño poniéndolo en contacto con formas heroicas, tenaces y amorosas de la vida. Una lectura de tal naturaleza debe sin duda estampar una verdad bella y superior en el pequeño escolar.
V. El estilo de la obra se adapta perfectamente a lo que el niño puede percibir y captar en cuanto a los medios de expresión estética de la palabra. Es claro, preciso, nítido, bien dibujado, rico de color, marcadamente poético y emotivo, y vence el autor con él las múltiples dificultades del género.
Carlos Sabat Ercasty
Miembro Informante