París 7 noviembre 1958
Mi Mechita mía: creo que te gustaría mucho pasear por algunos barrios de París. Hay callecitas y casas que parecen figuras de libros para niños, pues se conservan como eran hace 400 y hasta 500 años. (se me acabó la tinta). Veo todos los días ir los niños a sus escuelas. Ya se están preparando para el gran frío que llegará. Y ya tienen sus lindos gorritos de lana, y sus bufandas que todavía no les rodean el cuello. Pronto andarán sobre la nieve, con grandes zapatos y muy bien abrigaditos. Ya te contaré lo que vaya viendo. Te vi en la foto del diario. Yo quedé muy viejo. Y tu madre, más. ¿O es que en realidad estaremos ya viejos? Da saludos míos a tu maestra y a tu directora. También al amigo Daniel y a la amiga Sonia, a quienes les enviaré después alguna postal. Y cuando veas a Espinosa y a Chichita, también los saludas en mi nombre. No te olvide de darle muchos recuerdos a Estela. Le dices que le compré un pequeño regalo para ella, pero que deberá esperar al fin de mi viaje con las ganas de tenerlo.
A tu mamá, que no te rezongue mucho, que eso es feo. Y a Carlitos, que no te ande molestando, que es más que feo.
De noche, cuando me voy a acostar, me pongo triste. Aunque tu no lo sepas, yo siempre voy a darte un beso antes de acostarme. Lo hago muy despacito para no despertarte. Ahora, ahora, me acuerdo de ti al ir a la cama…
Pero mechita no está en el otro cuarto. En el otro cuarto hay un viejo de grandes bigotes blancos. Tiene cara de gato. Pero el aire es de tigre por lo fiero.
Muchos besos de
Papá
Y uno de ellos, dáselo a tu madre.